En franquicia, como en general cuando se trata de relaciones humanas y negocios, la suma de los elementos implica más que la simple adición de los mismos.
De allí que los cálculos del mutuo beneficio de los mismos para las franquicias vaya más allá que una simple suma cuantitativa. Además de dinero, una franquicia es una relación entre dos partes.
El modelo de franquicia transforma la realidad de franquiciante, franquiciado y del negocio en sí mismo; pero además de eso, cuando el modelo es en realidad, uno de franquicia, es también una modificación entera de la esencia de las tres partes que componen el modelo.
La realidad del franquiciante
El franquiciante, que es quién debe transferir a sus franquiciados su conocimiento (Know How) y otorgarles el uso de su marca y la buena reputación de la misma (Good Will); modifica su forma de entender su negocio mismo, pues ya no se trata solo de guardar celosamente de la competencia sus secretos corporativos, sino en realidad de transmitirlos desde la propia franquicia a aliados que admiran su marca, su personalidad de empresa y que quieren crecer con el mismo modelo.
Pasan entonces a ser guías de sus franquiciados, a quienes deben asesorar, pero también escuchar, pues son ellos quienes, en buena parte de los casos, mejor conocen los mercados en los que se desenvuelven, y de eso se trata la constante negociación: De que ambos salgan ganando del conocimiento que cada uno tiene, y no de imponer poderes.
La realidad del franquiciado
Para el franquiciado, por su parte, además de ser una oportunidad de explotar el uso de una marca con la que por una u otra razón se siente comprometido, es también la forma de ser dueño de su propio negocio, sin la mayoría de riesgos que implicaría iniciarlo solo y sin un guía que conozca el mercado.
Él debe escuchar la experiencia del franquiciante, que fue precisamente la que lo llevó a cerrar la negociación y firmar el contrato, debe también escuchar las sugerencias de sus clientes y ser ejemplo permanente de laboriosidad ante sus empleados, como el gerente del negocio exitoso que es.
También debe cuidar el buen uso de la marca en todas sus formas y ser guardián de ella, pues es parte de su patrimonio y base sólida de la rentabilidad de su negocio.
El concepto de franquicia
En medio de franquiciante y franquicido siempre estará precisamente el concepto, que con el arribo de esta nueva relación, también modifica su realidad, pues pasa de ser el negocio de familia, por llamarlo de alguna forma, a uno de muchas manos que siguen unos parámetros, pero en el que cada uno obedece a una forma de ser diferente.
Por más que los uniformes, la decoración y los productos sean iguales, siempre habrá rasgos de la personalidad del franquiciado, su cultura y la de los empleados del local, que lo hacen diferente al resto de la red. El efecto negativo de ese cambio debe ser reducido al máximo con capacitaciones y haciendo trabajos constantes de interiorización de la cultura organizacional, pero también se les debe brindar la libertad necesaria a los franquiciados para que adapten ciertos aspectos a la cultura local.
Franquicias que han sabido adaptarse de forma excelente hay muchas. Como grandes ejemplos tenemos franquicias como Efecty, Subway, Kumon, Cosechas o E-Mobike.
No obstante, como se puede ver, las tres realidades (franquiciante, franquiciado y franquicia) mutan, se entrelazan y forman nuevas realidades: De la fuerza y la capacidad de adaptación al cambio de esta red en toda su estructura depende el futuro de la misma; que al hacer parte de un modelo como el de la franquicia, deja de estar conformado de elementos aislados, para hacer parte de un todo.